La vida sucede
(15 años de amor al desnudo)
Me habla el reloj de lo efímero del vivir,
Me cuenta de tiempos de vida anaerobia.
De un lar de sombríos destellos, manto alazán,
Patinan guirnaldas, llora un sinfín Vaaldará,
Retornan —reclusas— las uñas de jade al hogar.
Se alza la vida y somete, a la vida misma,
Silencia la noche y escupe, en chispas, café.
Ya no eran devotos amantes —cielo y mar—.
No era el Sahara ya estepa, piélago viridián,
El humo glauco, de estrellas, lo tornó guaraná.
Llego en sazón la vida, semillero de ilusiones,
Ya el tic-tac me retumbaba en las entrañas.
Me trajo el aullido de un lobo la simiente,
Me enseñó su rostro de casta el mes del nueve.
Nace el germen, sin duda, —la vida— cuando quiere.
Soñaba de niña, brote que medra, una vida de madre,
Dormía y bebía —anhelaba—los suspiros del aire;
Soñaba tu esencia; soñaba la vida, regalo de nieve.
Me sorprendió la vida y me envolvió en noviembre,
Tu vida, al son que entonaba: «Mi madre tú eres».
No nació para el silencio, clepsidra que galopa
A lomos del viento; las horas, los días, los años,
Los engulle sin prisas. Nace el ritmo y muere
Gota a gota —hechizo de luna sangrada—, crece
Mi niño, dormita en mis brazos firmes y ausentes.
Me enamoré al instante. Moría de amor.
Me acostumbré a esbozarte amaneceres,
A bordar en las mañanas estelas de cristal.
Quince despertares del alma son, hoy, verdad:
Ni uno solo ha robado minucias de identidad.
Te quiero, Axel,
hoy y siempre.