Liderazgo: el uso inteligente y sensible del poder

La tarea de un líder abarca mucho más que la mera capacidad para dirigir equipos, alcanza al ámbito personal del individuo. Descubrir a qué tipo de arquetipo se pertenece, servirá en la mejora del propio perfil y otorga grandes ventajas competitivas.
Marzo/2023
Artículo de Eva Mª Muñoz para meKambio
Cuando mencionamos este concepto, con frecuencia escuchado en las últimas décadas, nos referimos a un proceso que actúa en el conjunto de los escenarios que conforman nuestra vida. Consiste, en definitiva, en influir sobre los demás para que adopten la necesaria disposición para cumplir las metas planificadas. Implica decidir; acarrea acompañar y apoyar; y, sobre todo, significa identificar los puntos fuertes de cada miembro del equipo para dirigirlos hacia las acciones correctas.
«La gerencia es prosa, el liderazgo es poesía». —John Adair
En qué consiste el liderazgo
Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que un líder es aquella persona que utiliza sus dotes de influencia sobre su elenco de seguidores; léase equipo de trabajo; léase grupo de amigos; léase entorno familiar. E, incluso, un líder integral dispone de la capacidad de ejercer dicha autoridad sobre uno mismo, en la tarea individual del propio crecimiento y evolución; bien a nivel personal, bien a nivel profesional, los cuales —dicho sea de paso— no transitan el uno sin el otro.
Para liderar con éxito es preciso que la energía directiva se proyecte por medio de ciertos atributos. Éstos presentan la cualidad de entrelazar sus fuerzas para actuar como una sola: la sinergia del poder.
Se distinguen cinco arquetipos que conforman el pentágono del poder directivo:

Legítimo:
Hace referencia a la estructura empresarial, que adjudica las correspondientes relaciones de autoridad dentro del organigrama. Los miembros del escalón más bajo asumen la capacidad de mando asignada al estrato inmediatamente superior. a su vez, influyen mediante un rol autoritario sobre los primeros y se subordinan ante la influencia legítima por parte de rangos más elevados en la cadena jerárquica.
Experto:
Se basa en el poder que aporta el conocimiento adquirido. Al valor procedente de la formación y especialización se unen los recorridos realizados, con independencia del ámbito, que incorporan habilidades y competencias nacidas de la experiencia.
Carismático:
Corresponde al intangible magnetismo que emana de la persona, con especial afectación a las dotes comunicativas y la capacidad de entendimiento; permite la creación de un clima relacional de confianza. Sería el popularmente denominado "don de gentes".
Premiador:
Significa recompensar, desde la actitud sincera y carente de manipulación, por los méritos reconocidos. No hablamos sólo de premios económicos, implica también la valoración transmitida con hechos y/o palabras: aumentos de sueldo, acceso a promociones, ascensos y recomendaciones ante los directivos, etc.
Coercitivo:
Este poder forma parte de la implantación de medidas disciplinarias en el entorno laboral y, sin necesidad de ser ejercido de modo absoluto ni —mucho menos— en público, permite amonestar las acciones de incumplimiento.
«Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio sin la añadidura de las malas razones...» —Miguel de Cervantes, «El Quijote»
El liderazgo dentro de las empresas
Las organizaciones necesitan adquirir una especial ventaja competitiva, en un mundo globalizado en el que la creciente rivalidad en los mercados internacionales ha modificado el paradigma empresarial: transformaciones tecnológicas, estructurales y conductuales, entre tantas otras, determinan la necesidad de cambios de estrategia.
Es imprescindible reemplazar algunos términos: estabilidad por adaptación al cambio; competencia por apoyo; protagonismo por humildad; control por delegación. Justo aquí es donde la figura del líder adquiere un protagonismo esencial. Si las empresas quieren mantenerse en la brecha de la actividad global, deberán invertir en talento.

A nivel individual el liderazgo es una competencia que suma más que resta, porque reforzará el resto de nuestras aptitudes. Sólo hay una ruta para la evolución personal, y es hacia adelante. A sabiendas de que el núcleo vital de esta herramienta está marcado por la habilidad de inspirar y motivar a los demás (o a uno mismo), si dedicamos tiempo y recursos a desarrollarla no habrá nada que se interponga en el camino hacia el éxito profesional.
A la hora de contratar personal competente para los puestos de liderazgo, se pondrá el foco en aquellos profesionales con la capacidad de ser el gran activo que necesitan. A estos efectos, eficiencia e inspiración serán tenidos en cuenta a partes iguales.